EL MISTERIO DE LA PIRÁMIDE DE QUESO
Páginas 117
Autor: Gerónimo Stilton
Un día por la mañana Gerónimo Stilton fue a su trabajo en el periódico de su abuelo, “El Eco del roedor” y se encontró con que en su despacho habían desaparecido los muebles menos una mesa y un taburete.
Llamó preocupado a su abuelo Torcuato para contárselo todo y éste le dijo que como no vendían periódicos estaban ganando menos dinero y había que ahorrar por todas partes. Aprovechando la llamada, el abuelo le ordenó a Gerónimo que se marchara inmediatamente a Egipto para conseguir en exclusiva una entrevista con el profesor Detritus, que era el inventor de un revolucionario sistema para producir energía a partir de material de desecho (boñiga de dromedario).
Con esto esperaba volver a vender muchos periódicos y volver a ingresar grandes cantidades de dinero.
El viaje fue una tortura porque el avión volaba de milagro y los pilotos iban haciendo apuestas sobre si llegaban o no a Egipto.
Cuando llegó a la casa del profesor Detritus, que era de color queso y tenía forma de pirámide, le recibió con una pinza en la nariz y le ofreció otra a Gerónimo porque olía a rayos, al emplear su revolucionario invento con las boñigas de dromedario.
El profesor le invitó a visitar la pirámide de Keops y allí le contó varias versiones de cómo la habían construido, le habló de la maldición del faraón. También le contó que le podía hacer efecto la maldición porque hacía un mes que había visto una tumba.
El pobre Gerónimo no iba a tener tanta suerte como creía, y en la visita que estaban haciendo dentro de la pirámide, se tropezaron los dos, se les apagó la lámpara y el profesor se dio un golpe en la cabeza.
Con una pequeña linterna que tenía Stilton en su llavero consiguió iluminar los pasadizos y sacar al profesor, que estaba inconsciente, de la pirámide.
Al cabo de unos minutos el profesor despertó pero había perdido la memoria y al reconocer a Stilton, lo le pudo hacer la entrevista.
El regreso a Ratonia tampoco fue el esperado. Hizo el viaje en un barco que transportaba dinamita para ahorrar dinero y no se atrevía ni a estornudar.
Como llegó sin entrevista a Detritus, se le ocurrió que el viaje a Egipto había sido lo suficientemente interesante como para escribir un libro. Así lo hizo, lo tituló “El Misterio de la pirámide de queso” y se convirtió en un superventas.
Marcos Rodríguez Ferradas